La calle es el lugar de la movilidad, un elemento clave en el desarrollo de un buen diseño urbano. Para diseñar vías urbanas hay que definir el tipo de uso y la forma en que se recorre un espacio público. Si antes el principal objetivo del proyecto de la red vial era facilitar el tránsito del mayor número de coches en el menor tiempo posible, ahora son otros los factores esenciales, como las condiciones de vida de los barrios por los que pasan las calles y el bienestar de quien las recorre, no solo automovilistas, sino también peatones, ciclistas y skaters.

El impacto social de los proyectos viales

Un buen proyecto vial puede tener un impacto positivo en la comunidad local, incentivando prácticas de inclusión y cohesión social. Por tanto, el propósito del nuevo enfoque del street design es transformar las vías urbanas de un simple lugar de tránsito para los automóviles a un lugar de conexión de las personas, tanto entre ellas como con el territorio.

Las vías urbanas hoy en día pueden convertirse en un ambiente seguro, sano y accesible para todos, incluidos niños, ancianos y personas con discapacidad. Desde este punto de vista, no solo hay que cambiar los flujos de la movilidad rápida y lenta, sino también hacer de las vías urbanas lugares acogedores donde se pueda pasar tiempo.

Existen diferentes factores que pueden influir en el proyecto de una vía:

• pendiente, materiales y límites de velocidad de los carriles;
  
• nivel de separación de las vías para vehículos respecto a las que no lo son;
  
• presencia de servicios o de lugares para sentarse, pararse o que estén dedicados a la seguridad de los peatones;
  
• posibilidad de aparcamiento para los automóviles;
  
• valorización de los elementos arquitectónicos y ambientales;
  
• presencia de vegetación.

La iluminación vial como elemento fundamental en la humanización de las vías urbanas

La iluminación vial siempre ha tenido la función de hacer de las vías urbanas lugares seguros y disponibles durante la noche. Sin embargo, según el nuevo enfoque de proyecto ya no basta solamente iluminar el pavimento de las vías respetando las normativas: hoy, el punto principal del proyecto son las personas y no solo los automóviles. Las personas pasan por las calles a un ritmo mucho más lento que un automóvil y pueden observar muchas más cosas. Para un peatón, en una calle no solo hay carriles, señales y automóviles: también hay aceras, carriles bici, edificios, escaparates, carteles, bancos, paneles publicitarios, tablones informativos, plantas, animales y otras personas... Todo lo que observa un peatón a su paso por una calle forma parte del paisaje vial, tanto diurno como nocturno.

Las formas y acabados de los dispositivos han de ser coherentes con el contexto de aplicación y deben ayudar a mejorar la estética general del lugar. La luz debe distribuirse y orientarse para valorizar todo el espacio: superficies horizontales, verticales y elementos físicos a lo largo del recorrido. El color, la intensidad y la difusión de la luz deben hacer de la calle un lugar seguro, acogedor y confortable para animar a las personas a caminar por las aceras, sentarse en los bancos y hablar bajo los árboles.

Los sistemas de iluminación deben tener las siguientes características:

• ser dinámicos, para adaptarse a las necesidades específicas, al momento del día y a la presencia de vehículos y peatones;
  
• ser inteligentes, para responder a los estímulos externos, a las condiciones meteorológicas y al tráfico;
  
• estar conectados con otros dispositivos, para ofrecer servicios, información o consejos a los viandantes (información turística, indicación de lugares de interés y aparcamientos, llamadas de emergencia, recargas eléctricas, conexión wifi...).
  

En la era del led, la iluminación vial no puede ofrecer únicamente ahorro energético y económico a las administraciones, también ha de garantizar bienestar a los ciudadanos.